Este 30 de mayo de 2022 se ha celebrado en el Palacio Real de Madrid el 40º aniversario de la entrada de España en la OTAN. Hemos visto cómo el Secretario General de la Alianza, Jens Stoltenberg, daba las gracias a “Pedro”, refiriéndose a la alta persona (físicamente alta) de nuestro Presidente del Gobierno. El Presidente y el Rey dieron sendos discursos confirmando el compromiso de España con la Alianza, y los medios de comunicación se hicieron eco de dos aspectos: del gastado anuncio de que España aumentará su presupuesto en Defensa, como exige EEUU a todos los socios, y de las sonadas ausencias de los ministros de Podemos en el acto.
De estas dos cuestiones, sólo es importante la primera. Según los datos del Banco Mundial, España gastó en el año 2020 un 1,4% del valor del PIB en cuestiones militares. Esto, en términos absolutos, supone 15.292.900.000 de euros. En 2021, el gasto se incrementó en mil millones más de euros, pero sin alejarse del 1,4% del PIB. El objetivo de la OTAN es un gasto mínimo del 2% del PIB en Defensa. España está muy lejos de ello, y aunque “Pedro” haya anunciado ese aumento, no se prevé que vayamos a llegar al 2% hasta 2030. Demasiado tarde. No obstante, este problema no es nuevo, España lleva gastando menos del 2% desde el año 1995, también según el Banco Mundial. Podemos concluir, por tanto, que las Fuerzas Armadas de España sufren una infrafinanciación desde hace aproximadamente 30 años, siguiendo el baremo de la OTAN.
Evidentemente, salta a la vista que esta situación no es en ningún caso positiva. Asimismo, desde 1995, la posición internacional de España ha cambiado, y no a mejor. Desde que Zapatero llegara a la Moncloa el 13 de marzo de 2004, la relación con EEUU ha empeorado progresivamente, llegando con “Pedro” a una situación crítica, en la que nuestro Presidente es prácticamente ignorado por la Administración Biden. Durante la etapa de Rajoy pareció haber una leve mejoría, que se desvaneció cuando Trump decidió imponer aranceles a nuestros productos, senda continuada por Biden. Además, no podemos olvidar que, durante los años de Gobierno de Rajoy, las relaciones con Rusia fueron más cercanas, cosa que en Washington no suele gustar. Las amistades internacionales de Sánchez, entre las que se encuentra el régimen de Maduro, no han ayudado a mejorar la situación. Pero lo que es verdaderamente importante en este ámbito es la dejadez con la que los sucesivos Gobiernos tratan la inversión militar.

La coyuntura actual es muy favorable para hacer de una vez por todas ese aumento del gasto. La opinión pública española vive en directo la guerra de Ucrania. Hay concienciación social respecto a la necesidad de un Ejército bueno y moderno. Es preciso que el Gobierno de España, lo presida Sánchez o lo presida Feijóo, haga este aumento en la inversión militar en este momento favorable. Con todo, el mayor peligro para España no es, sin embargo, Rusia, aunque económicamente nos veamos afectados por el conflicto bélico que Rusia ha provocado en Ucrania.
El mayor peligro para la integridad territorial de España, que deben defender las Fuerzas Armadas según el artículo 8 de la Constitución, es Marruecos. ¿Por qué digo esto? Hay una serie de razones, tanto políticas como estratégicas, que lo explican.
En primer lugar hay que considerar el Tratado del Atlántico Norte. Este establece en su artículo 5 que “un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas”. A priori, todo bien. No obstante, Ceuta y Melilla no están incluidas en ese ámbito geográfico. Y tampoco en las excepciones que añade el artículo 6, que habla de las islas de las Partes en el Atlántico Norte (incluye, por tanto, Canarias). En suma, la ayuda de la Alianza a la defensa de Ceuta y Melilla, que Marruecos no reconoce como parte de España, es, como mínimo, dudosa.
En segundo lugar, las buenas relaciones diplomáticas de Marruecos con Francia, EEUU e Israel. Empezando por Francia, no es un secreto que tradicionalmente han tenido unas relaciones bilaterales excelentes. Francia, según su propio Ministerio de Exteriores, es el segundo socio comercial de Marruecos (desde 2013 por detrás de España), siendo el tercero EEUU. Además, Francia es el primer destino de las inversiones marroquíes. En cuanto a EEUU, además de los lazos económicos ya mencionados, no podemos olvidar que fue el primer país, en el último mes de presidencia de Trump, que reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. El quid de la cuestión está de nuevo en el Sáhara. No podemos olvidar tampoco que Marruecos fue el primer país en reconocer como independientes a los EEUU, en 1777, firmando un Tratado de Amistad ya en 1786. España, por el contrario, acaba el siglo XIX en guerra con los EEUU, y las buenas relaciones no empiezan hasta 1953. La cosa no se queda ahí, y es que el think tank que Marruecos posee en EEUU es el 14º que más influencia tiene en Washington, gastando más del doble de dinero que España en esa cuestión. Por último, Israel. Marruecos reconoció al Estado de Israel después de que EEUU reconociese su soberanía sobre el Sáhara. Desde hace tan sólo 2 años y medio, Marruecos e Israel, ambos alineados con EEUU, han fortalecido sus relaciones, firmando el pasado noviembre un acuerdo de cooperación militar y de inteligencia.

En tercer lugar, el rearme que Marruecos está llevando a cabo, con una inversión superior al 4% de su PIB en 2022. Esto en términos absolutos supone 4.532.954.545,45 de euros, cantidad considerable pero muy inferior a la española. No obstante, Mohamed VI ha aumentado la inversión militar en casi un 1% desde 2020, y se espera que siga haciéndolo.
En suma, si bien la posición española es aún superior a la marroquí, al rearme de nuestro vecino del Sur hay que sumar la localización geográfica de Ceuta y Melilla, que hace de su defensa una verdadera hazaña. Por otra parte, Mohamed VI no tiene por qué utilizar la fuerza militar para invadir las dos ciudades autónomas españolas. Su padre, Hassan II, logró entrar en el Sáhara sin disparar un solo tiro, mediante la célebre Marcha Verde. Y él mismo, en mayo de 2021, hizo un ensayo de lo que podría ser una nueva Marcha Verde sobre Ceuta, enviando oleadas de civiles hacia las vallas fronterizas de nuestras ciudades norteafricanas, que lo son desde 1497 (Melilla) y 1580 (Ceuta, que ya era portuguesa desde 1415), mucho antes de que Marruecos existiera.
Y ahora entra en juego el sorprendente giro de 180º del Gobierno de España en la cuestión saharaui, a lo que se suma el escándalo de los espionajes sufridos por “Pedro”, la Ministra de Defensa y el Ministro del Interior, cuya autoría apunta al reino de Mohamed VI. Que EEUU ha presionado para el cambio de posición también parece indudable. Y es que Washington no quiere en ningún caso que el Sáhara Occidental sea independiente, ya que teme (con razón) que quedaría bajo influencia de Argelia, y por tanto, de Rusia.
El curso de los acontecimientos nos lleva de nuevo a Rusia, tradicional aliada de Argelia desde su independencia en los años 60. El pasado 11 de mayo, Sergei Lavrov, Ministro de Exteriores ruso, estuvo en Argel con el Presidente argelino Tebune. Firmaron un documento con la promesa de mejorar sus ya buenas relaciones bilaterales, e invitando a Tebune a hacer una visita oficial a Moscú. Por tanto, el cambio drástico en la posición de España sobre el Sáhara tiene mucho que ver con esta relación ruso-argelina, y con el deseo de Washington de que sus socios europeos no dependan del gas argelino sino del gas estadounidense, circunstancia que ya se ha producido, al convertirse recientemente EEUU en el principal proveedor de gas de España, mientras Argelia pasa a ser el segundo. Al mismo tiempo, Washington trata de que sus dos aliados, España y Marruecos, aparten sus diferencias.

¿Es esto beneficioso para los intereses de España? Esa es la pregunta que nuestra diplomacia y nuestro Gobierno debieran hacerse.
Por un lado, esto supone en teoría un acercamiento a Washington, cosa que siempre es positiva, en principio, pero que no se ha visto reflejado. Además, a tenor de la mal redactada carta de “Pedro” a Mohamed VI, supondrá un freno a la inmigración irregular procedente de Marruecos, así como un alivio económico para las asfixiadas Ceuta y Melilla (repito, en teoría).
Por otro lado, España ha renunciado a la posición que la ONU mantiene con respecto al Sáhara Occidental desde 1976, que era la que manteníamos hasta ahora, ha volado todos los puentes con Argelia, cuyo Gobierno ha retirado su embajador de Madrid. Además, Argelia acaba de suspender el Tratado de Buena Vecindad y Cooperación vigente desde 2002, con lo que desaparece la cooperación en temas migratorios y antiterroristas. Por último, Argelia ha decretado la suspensión de relaciones comerciales con España. Y no sólo eso, porque parece que Marruecos no va a reabrir la aduana ni en Melilla ni en Ceuta, según ha dicho esta semana el Director General de Aduanas marroquí, contradiciendo a “Pedro” y a su Ministro de Exteriores, que aseguraron esa reapertura hace ya dos meses. No parece que España obtenga ningún beneficio.
Pero España podría hacer más cosas, en lugar de quedarse impasible ante el hundimiento de nuestras relaciones con los vecinos norteafricanos. Podría aprovechar la cumbre de la OTAN para anunciar un verdadero aumento considerable del gasto militar. Podría invertir dinero en EEUU para contrarrestar al poderoso lobby marroquí. Podría proteger mejor Ceuta, Melilla y las Islas Canarias. Podría hacer ver a EEUU que la disyuntiva del Sáhara no es sólo ser marroquí o ser pro-argelino, sino que hay una tercera opción. Podría volver al sentido común sobre el tema del Sáhara. Podría fijar una línea estratégica a largo plazo sobre lo que debe ser nuestro Ejército. Podría, en suma, hacer mucho. Estoy seguro de que nuestro Presidente trabaja con todas sus energías en evitar el naufragio de nuestra Defensa y nuestra Diplomacia, mirando por el interés general antes que por el suyo propio.
Muy buen análisis de la situacion,sobre todo teniendo en cuenta lo que se nos oculta.Muy buen datadas las informaciones que aporta.Pero yo no lo centraría tanto en la aportacion militar,sino que también creo que es una cuestion de confianza,y nuestro pais y su presidente la perdieron hace tiempo.
Me gustaMe gusta